Las religiones occidentales se han esforzado mucho para reinventar la existencia de dioses a la creencia de un solo dios. Idearon la vida y la espiritualidad entorno a él, todo con tal de no sentir la angustia existencial, el no saber quienes somos y de dónde venimos.
Para las religiones es un pecado mentir, pero no inculcaron que dejarse autoengañar también lo es. Y gracias a ellas vivimos en la hipocreasía, matando incluso por las creencias impuestas. El hecho de que existan más vidas a la que experimentamos personalmente y nos lo hayan ocultado, hace que vivamos constantemente repitiendo patrones, vida tras vida, sufriendo por problemas y creándonos angustia existencial.
El Samsara en el oriente es variable a la experiencia del renacimiento vida tras vida, y está lleno de dolor y tristeza. Es la ilusión de este mundo tal y como lo conocemos (Maya). Todos renacemos una y otra vez porque estamos sujetos a la ley del karma. Karma significa acto volitivo, es decir, algo que uno hace, dice y piensa y que de hecho está bajo el control de unos pocos, que determina lo que aprendemos, sepamos y practicamos.
Todos los actos de este tipo tienen consecuencias morales llamadas vipaka, que significa fruto. Y es a través de ese fruto que permanecemos atados a esta realidad. No obstante también permanecemos atados por nuestra mente la cual ha sido condicionada y empero, se identifica, ademas, con quienes creemos que somos
Es así como se manifiesta la realidad y hasta que no experimentemos nuestra propia verdad y esencia nunca podremos salir de esta ilusión llamada Maya